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Emoción, peligro, alta velocidad, glamour, estrellas del cine y celebración con champagne, es lo que engloba a las 24 Horas de Le Mans, que probablemente se trate de la carrera más bonita del mundo. Para una marca, ganar esta mítica prueba, representa entrar por la puerta grande en la historia del deporte del motor. Es por eso, que al circuito de La Sarthe uno no va a conseguir una simple victoria, uno va a convertirse en leyenda.
Como cada año, se realizó la tradicional toma de fotografía de los coches para las 24 horas de Le Mans, un desfile que se ha convertido en todo un ritual lleno de gran tradición. Así que mira de qué forma transcurrió esta gran celebración.
Esta prueba es considerada como una de las joyas de la Triple Corona del deporte motor, compartiendo lugar con la Indy 500 y el Gran Premio de Mónaco. Y como en toda gran competencia, existen historias que marcan el nacimiento de grandes leyendas.
GT40, fruto de una venganza deportiva
Una historia que marcó el rumbo de esta prueba, fue la rivalidad que se originó entre Ford y Ferrari. Todo inició en 1963, en aquel año, Henry Ford II —como buen estadunidense—, intentó comprar la marca del Cavallino Rampante, pero Enzo F. (propietario de Ferrari), engalanado en su traje negro y lentes oscuros, le dio un rotundo no —al puro estilo de un estereotípico malhumorado italiano—. Claro, el gesto no le sentó nada bien al dueño de la marca estadunidense. Imaginamos la escena, en donde el heredero del imperio de Ford, juraba venganza en su despacho de Detroit, en contra de aquel necio italiano. ¿De qué forma se vengaría Henry Ford II ante tal desplante? Tenía que ser en donde más le doliera. Qué mejor que hacerlo en territorio europeo y con un Gran Turismo. Entonces, ¿cuál sería la vendetta perfecta? Las 24 Horas de Le Mans.
Ferrari era absoluto dominador, había ganado cuatro ediciones consecutivas cuando el primer Ford aterrizó en Le Mans en 1964. La primera aparición del GT40 llenaba de algarabía a los estadunidenses, ya que pensaban que ese sería el bólido que venciera a Ferrari. Sin embargo, ninguno de sus tres autos consiguió completar las 24 horas, demostrando la superioridad de la marca de Enzo. Prueba uno, no superada.
Parece que más que una venganza se convirtió en una obsesión. Ante la rotunda superioridad de Ferrari, Henry Ford II, se dio cuenta del reto y pidió refuerzos. Decidió confiar en el piloto y diseñador texano, Carroll Shelby (además de diseñar el Cobra, también se le conoce por la línea Shelby de los Ford Mustang). Es la mejor decisión que tomaría.
En 1965, Ford hizo otro intento para vencer a su archirrival, pero volvió a triunfar la marca italiana. Prueba dos, no superada.
La tercera es la vencida, y en 1966, por fin los flamantes GT40 barrieron en La Sarthe. Hicieron el uno, dos, tres y, por si fuera poco, repitieron victoria en el 67, el 68 y el 69. La venganza había sido consumada.
Cuatro victorias consecutivas, por lo que no existía ninguna razón para seguir compitiendo en Le Mans. El GT40 se retiró de las 24 horas convertido en una leyenda y de este modo permitió que Porsche comenzara la suya, pero esa es otra historia…