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Los autos compartidos, eléctricos y autónomos, como el prototipo EZ-GO presentado por Renault este martes en Ginebra, llegarán a las grandes ciudades en pocos años. Este tipo de transporte anuncia una revolución urbana y un desafío para la industria automovilística.
Un nuevo servicio de movilidad
Los autos compartidos autónomos ya están siendo probados en todo el mundo, incluso en medio del tráfico urbano, para conectar zonas bien delimitadas. El incipiente mercado tendría que consolidarse a mediados de la próxima década.
Estos vehículos serán gestionados por empresas de transporte. Se podrán llamar a través de los teléfonos móviles y los pasajeros montarán en ellos en zonas habilitadas.
En algunos casos se trataría de berlinas de dos a cinco plazas, pero también podría ser vehículos más amplios, siempre eléctricos, como el futurista EZ-GO, que Renault anuncia para 2022. Este auto, con grandes ventanas transparentes, parece un coche de gran tamaño. En el interior dispone de una banqueta en forma de U, como en el metro, y no tiene ni volante ni espacio para un conductor.
"Podemos imaginar robots-vehículos eléctricos para llevar a turistas hasta los sitios y proponerles trayectos que correspondan a sus preferencias", explica a la AFP Christian Ledoux, responsable de movilidad para la alianza Renault-Nissan-Mitsubishi. También podrían "conectar el último kilómetro" después de una estación de tren o de metro, por ejemplo, donde estarían transitando por la zona.
Mejorar la vida en la ciudad
La multiplicación de estos vehículos compartidos eléctricos tendría que contribuir a mejorar la calidad del aire en la ciudad y a reducir el tráfico en las urbes.
Al estar circulando casi todo el día y luego estacionarse en aparcamientos especiales situados en las afueras de la ciudad, estos transportes deberían liberar espacios en el centro de las aglomeraciones.
Según los expertos, el riesgo de accidentes será reducido a más del 90%, respecto a los vehículos conducidos por personas. Además, la ausencia de conductor abaratará el precio del trayecto, en comparación con el de un taxi actual.
Para las personas mayores o discapacitadas, estos autos, que "irán a buscarlos delante de su casa", les permitirán "recuperar el espíritu de libertad", estima Didier Leroy, vicepresidente de Toyota.
Un rompecabezas para los fabricantes
"El auténtico desafío detrás de todas estas evoluciones es la capacidad de inversión", considera Eric Kirstetter, de la consultoría Roland Berger. Volkswagen anunció que invertiría en el coche del futuro 34.000 millones de euros antes de 2022. La alianza Renault-Nissan-Mitsubishi habla de 50.000 millones en seis años.
Para Kirstetter, el mercado de los taxis autónomos será sobre todo un mercado de lanzaderas. "La gente prefiere pagar menos por un 'shuttle' que pagar más por un coche de cuatro plazas", asegura.
Los fabricantes esperan que esta actividad no terminará con los coches particulares y que será más bien complementaria. Pero "las nuevas generaciones cada vez tienen menos ganas de comprarse su propio vehículo", admite Meissa Tall, especialista en automóviles en Deloitte.
La concepción y la fabricación de estas máquinas, que precisan altos niveles de informática y electrónica, hará que los gigantes de las nuevas tecnologías se introduzcan en el sector automovilístico.
Para recuperar la inversión, los fabricantes intentarán gestionar ellos mismos estas flotas, transformándose en suministradores de servicios de movilidad.
El sector del automóvil "pasará de una industria de puro producto a una industria de productos y servicios", explica Tall. "Como en cualquier cambio de paradigma, habrá nuevos jugadores, ganadores y perdedores".